Enseñar es un acto complejo, no sólo se trata de transmitir
contenidos, de explicar conceptos y ejercicios, sino que además el docente
comunica su estado de ánimo, su amor (o desamor) a la docencia, el sentido o el
porqué es importante lo que se está estudiando y de qué manera puede influir en
el futuro del educando. El docente, al ser el centro de atención, envía todas
estas señales que son percibidas por la refinada percepción del estudiante.
A pesar de que en muchos establecimientos educativos la
imagen del profesor ha perdido respeto, éste siempre emanará la imagen de que
es la fuente de conocimiento, a través de él las claves y secretos de la
asignatura son desveladas y clarificadas para mayor entendimiento del alumno. De
cierto modo, el profesor representa una autoridad en su área, por lo mismo,
toda palabra que emita será entendida como una sentencia, para bien o para mal.
Por esa misma razón es consciente de que debe cuidar su imagen y sus palabras,
ya que será tomado como referente y ejemplo.
En esta ocasión quisiera mencionar el caso de un alumno de
3º Medio, humanista y deportista, desde que ingresó a la enseñanza media sus
notas en matemáticas han sido insuficientes, sin exagerar estamos hablando de
la nota mínima y fracción, es decir un 1.0 y algo.
Sin embargo el mayor problema se presentaría en un futuro
cuando desee ingresar a la Universidad, ya que ahí saldrán a relucir todos sus
promedios de todas sus asignaturas de esta etapa escolar, y dada las
circunstancias, podría ser su talón de Aquiles para ingresar a la carrera de
su elección.
Su madre nos comentaba que para la siguiente evaluación de
Matemáticas y contando con la ayuda del Centro de Estudios, no le exigía la
máxima nota, 7.0, sino que se conformaba con un 3.0. De todos modos para ella
sería un avance significativo.
Para el profesor de la asignatura significó un gran desafío,
ya que dicho alumno contaba con sus capacidades intelectuales acorde a su edad,
de modo que el problema era la desmotivación, la cual se arrastraba desde 1º
Medio. El descontento radicaba en que desde un principio no pudo entender de
qué se trataba. No nos detendremos en buscar razones y culpables ya que para
ser rigurosos en esa respuesta debería hacerse una profunda investigación en el
caso y ese tema no nos compete. El desafío consistía en ayudarlo a subir la
nota.
Durante las clases, el profesor en todo momento buscó la
mejor manera de asimilar los ejercicios, buscar ejemplos en “la vida real”, es
decir, de abrirle los ojos y mostrarle los números en el mundo, incluso en el
deporte, una de las actividades favoritas del alumno en cuestión. Las
Matemáticas están en todas partes, desde la progresión de los pétalos de una
flor hasta en la altura y distancia en que se lanza una pelota. Una vez que el educando era capaz de adquirir
conciencia de eso los números empiezan a tener sentido.
En conversaciones dentro del plantel, veíamos este caso
complicado. Aparentemente no parecía haber mucho avance, las Matemáticas
seguían siendo una asignatura difícil. Y es en este punto donde me gustaría
hacer hincapié ya que a pesar de que no veíamos progreso o mejora, como Centro
nunca demostramos descontento ni demostramos indicio de que era un caso
perdido, al contrario, las clases se realizaban con la misma actitud positiva,
con el mismo ímpetu y con la misma entrega por parte del profesor.
Llegó el día de la prueba y aunque nuestro alumno sigue
siendo humanista y deportista estaba contento, se había sacado un 4.0
La mayor recompensa es cosechar los frutos de tan arduo
trabajo, sirve tanto al docente como motivación para seguir entregando de sí en
cada clase, y para el alumno, para darse cuenta de que con un poco de fe, se
pueden lograr grandes cosas. Paso a paso se avanza hacia la victoria.